martes, 28 de abril de 2009

PODER ABSOLUTO




Benjamín Franklin reconocía la electricidad como una fuerza de la naturaleza.

Propuso que los relámpagos eran eléctricos, y en 1752 lo demostró. ¿Cómo lo demostraría un hombre como Franklin?, colgando una llave de una cometa durante una tormenta eléctrica.

 Franklin era un hombre de mucha suerte: el experimento no le costó la vida, aunque sí a los que lo imitaron, Claro, convirtió su invento a un uso práctico: el pararrayos.

Franklin razonaba correctamente, que el pararrayos funcionaría mejor con un extremo en punta.

Esto le fue rebatido por algunos científicos que eran partidarios de un extremo redondeado y la Royal Society arbitró la disputa.

No obstante, ésta se resolvió a un nivel más primitivo y elevado: el rey Jorge III, encolerizado contra la revolución americana, ordenó instalar extremos redondeados sobre los pararrayos de los edificios reales.

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